La alimentación saludable en niños y adolescentes es uno de los temas que más preocupan a algunos médicos y médicas y a organismos de control independientes o gubernamentales de salud. Precisamente, la baja calidad de los alimentos que ahora consume una gran parte de esta población hace parte de esta inquietud. Las incidencias de casos como obesidad e hipertensión que se ven dentro de grupos infantiles y juveniles es clara consecuencia del descuido o del relajo que los padres y/o responsables tienen sobre la manera de comer de estas personas. Es necesario afianzar ciertas bases para contrarrestar este creciente impase.

Lo primero que se debe hacer al respecto es inculcar en los niños elecciones sabias en cuanto a la alimentación desde que son muy pequeños. ¿Qué se tiende a comprarles a muchas niñas y a muchos niños cuando se portan bien o logran algo destacable? Un dulce, un helado, unas papitas fritas. En vez de esto, se debe dar al niño o a la niña preparaciones de frutas y/o vegetales que sean agradables a la vista, que sean deliciosas y que previamente hayan sido explicadas de forma conveniente por los padres y/o personas responsables. Esto contribuirá a formar una disciplina alimenticia sana.

Desafortunadamente, muchos padres, responsable, hermanos mayores, familiares, etc., no son buenos ejemplos de alimentación saludable para niños y adolescentes en su entorno. Incluso no son modelos convenientes a seguir en lo que respecta a la forma en que se come. Por ejemplo, si un niño o una niña ven que quien está encargado de criarlos(as) consume indiscriminadamente comidas fritas, golosinas, gaseosas, puede ser que estos malos hábitos sean imitados. Igualmente, si a la hora de comer se presentan discusiones y malentendidos, o la forma de ingerir los alimentos es indecorosa (manipular las comidas con las manos sucias, masticar con la boca abierta rápidamente, entre otras acciones) hará que la alimentación para el niño o la niña y el o la adolescente sean algo insano.

Este último punto merece un análisis especial; una vida desordenada por lo general se refleja  en una forma de comer de la misma forma. Los casos de malnutrición se deben en muchas ocasiones a que los padres o los responsables de un niño o de una niña, o del o de la adolescente creen que alimentarse es simplemente llevarse algo a la boca. También puede ser pereza, desidia o ignorancia acerca de cómo se debe comer mejor. Tristemente, como están las condiciones lamentables de desigualdad social, muchos(as) de estos pequeños(as) y jóvenes ni siquiera comen todos los días. Y varios(as) de los que pueden o logran hacerlo, tienen un déficit de nutrientes, vitaminas y demás elementos que en algunos casos es muy difícil suplir.