Los síntomas del dengue son característicos y pueden variar en intensidad respecto de un paciente a otro. Por lo general la enfermedad luce como una gripe muy severa, que obliga a que la persona enferma guarde cama por un tiempo prolongado y tenga que estar guarnecida  cuidándose de muchos factores. El dengue clásico es aquel que palidece la piel de la persona, hace que tenga constantes accesos de tos o de estornudo, por lo general presenta una condición baja en cuanto a su rendimiento normal, etc.

En cambio, el dengue hemorrágico es mucho más severo, porque produce en la persona que está afectada casos de hemorragia que pueden llegar a ser severos. Esta clase de afección ya necesita de un cuidado más intensivo por supuesto, y requiere en todas las muestras que la persona pueda estar hospitalizada porque allí recibirá toda la atención necesaria. A veces, en los casos de dengue clásico o hemorrágico, se pueden presentar otras consecuencias como un picor intenso en todo el cuerpo.

Los dolores de cabeza constantes y la deshidratación son otras consecuencias que causa el virus del dengue en el ser humano. Estas cefaleas pueden ser difícilmente controladas por algún analgésico, porque se trata de un cuadro viral muy potente que tiende en muchas ocasiones a mutar para volverse más fuerte. La pérdida de líquidos se puede reflejar en una sudoración excesiva que obviamente conlleva a que la persona tenga una sed recurrente. La ingesta de líquidos es obligatoria por supuesto en este caso.

También el dengue se manifiesta en forma de mareos y de vómitos. En el primer caso, los mareos si no son muy intensos pasan casi de inmediato en ciertos cuadros clínicos, y en otros puede que la persona empiece a experimentar visión doble. Los vómitos pueden ser más o menos frecuentes, y hay que cuidar en este caso de que si se presentan demasiado, de inmediato se recurra a la vitaminosis con suero para que el organismo pueda desarrollar las defensas correspondientes durante el proceso infeccioso.

Más que tratar los síntomas del dengue lo importante es prevenirlo. Por eso, evitar el acceso a zonas en donde puede haber presencia de mosquitos infecciosos o personas con la enfermedad, no manipular objetos u comida u otro elemento biológico que pueda estar infectado, cuidarse muy bien durante los accesos gripales, entre otros, puede hacer una gran diferencia y evitar que contraigamos este molesto cuadro clínico.

 

 

 

 



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