El gran reto de los nutricionistas en el siglo XXI está relacionado con la función que cada vez más debe desempeñar la dieta como un medio de prevenir y combatir las llamadas “enfermedades de la civilización”. No hay duda de que el efecto de la globalización ha influido en el cambio del patrón dietético en el ámbito mundial, evidenciado por el cuadro de mortalidad y morbilidad que reflejan los países del mundo desarrollado y en vías de desarrollo. El consumo elevado de azúcar y el vínculo que  existente entre y algunas de las enfermedades, como las caries dentales, la obesidad, la diabetes mellitus, la aterosclerosis y otras.

Los carbohidratos proporcionan la principal y más barata fuente de energía en la alimentación de la mayoría de los pueblos del mundo. Estudios epidemiológicos evidencian una mayor incidencia de diabetes, obesidad y colelitiasis en las poblaciones que incluyen en su alimentación una tasa elevada de azúcar y harinas refinadas. En los “países occidentales” los carbohidratos representan el 50 % de los requerimientos energéticos totales y en los países tropicales pueden cubrir hasta el 90 % de la energía necesaria. Actualmente se recomienda por los organismos internacionales que la ingesta de azúcar debe representar entre 10 al 15 % de la ingesta total de energía (» 25 g de azúcar en 1 000 Kcal, 2 cucharadas soperas rasas al día) una soda tiene más o menos  69 gramos casi 17 cucharaditas y la persona promedio come más de un cuarto de libra de azúcar al día, el estadounidense promedio Casi 100 libras al año. Lo cual es ¡más de un cuarto de libra de azúcar al día!

El azúcar blanco proporciona energía, pero no nutrimentos (vitaminas, minerales, fibra o fitoquímicos antioxidantes). Aporta aproximadamente 4 Kcal/g y su densidad nutrimental es nula, siendo una fuente de “calorías vacías”. A un adulto le tomara casi una hora a paso moderado para quemar las calorías de las soda de 20 onzas que tomó. Principales problemas de salud que nos ocasiona las bebidas dulces:

1. Caries dental. Dentro de los factores que favorecen el desarrollo de las caries dental como la higiene bucal, el binomio consumo-biodisponibilidad del flúor, función salivar, predisposición genética, uno de los más estudiados es el consumo excesivo de azúcares simples. Numerosos estudios epidemiológicos han demostrado la asociación entre caries y carbohidratos refinos o azúcares, especialmente la sacarosa o azúcar común.

2. Aumenta la demanda de las vitaminas del complejo B. Para el metabolismo de los carbohidratos se necesitan vitamina B-1 (aneurina o tiamina), vitamina B-2 (lactoflavina o riboflavina), ácido pantoténico y biotina. Este aumento en la demanda, acompañado de un aporte dietético insuficiente, conduciría a un déficit de las vitaminas del complejo B y sus respectivas consecuencias.

3. Hipertrigliceridemia. Anteriormente se planteaba que las dietas con exceso de carbohidratos conducían a una hipertrigliceridemia debido al supuesto de que la vía de síntesis de grasa a partir de carbohidratos era una forma usual de disponer de sus excesos. Según información actual se plantea que este proceso rara vez ocurre en condiciones normales y solo se presenta cuando existe un excesivo consumo de carbohidratos.

4. Obesidad y diabetes mellitus. La prevalencia de obesidad y diabetes mellitus ha sido en ascenso en el mundo en general. El consumo cada vez mayor de alimentos donde se encuentran como integrantes azúcares refinos (en muchas ocasiones en combinación con las grasas) como los dulces, confituras, bebidas gaseosas, helados, jaleas entre otros, está desplazando cada vez más al consumo de alimentos, en particular, carbohidratos ricos en fibra dietética (cereales, leguminosas, frutas y vegetales frescos).

Recomendaciones para limitar el consumo excesivo de azúcares refinados: Disminuir el consumo de todo tipo de dulces (caseros, industrial y otros) así como de bebidas endulzadas. Disminuir el consumo de alimentos donde se combinen los azúcares con las grasas. En la alimentación de los niños no mezclar alimentos dulces con salados para evitar la adaptación del paladar a alimentos demasiado endulzados. Consumir preferiblemente las frutas frescas y naturales. No agregar azúcar a la leche o a los jugos de frutas. Evitar la ingestión de dulces entre las comidas. Limitar el consumo de azúcar en las infusiones (café, té). Promover una dieta sana: rica en fibra dietética y baja en azúcares, en grasas y alimentos refinados. Consumir preferiblemente azúcar integral (turbinada) en lugar de refinada (blanca). Preferir el consumo de miel antes que de azúcar. Educar a los miembros de la familia que el consumo excesivo de azúcar es dañino para la salud. Consuma azúcar pero con moderación.



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